El leísmo viene de Palacio

Quizás si dices u oyes algunas expresiones como «Ese libro ya me le he comprado» o «Los platos ya les he lavado, ahora te toca a ti secarles», llegues a creer que están bien dichas. Error. La forma del pronombre personal átono de tercera persona (le, les) difiere de los usos considerados como correctos, es decir, se utilizan estos pronombres cuando funcionan de objeto directo, en lugar de ‘lo, los’ -con ‘la, las’ hay menos problema a la hora de diferenciar-. Y a esto se llama cometer leísmo.

Esta práctica es muy frecuente al hablar y al escribir, sobre todo en las zonas centrales y noroccidentales de Castilla y León, junto al laísmo y el loísmo. La Real Academia de la Lengua Española (RAE) admite, por su uso continuado desde la antigüedad, el leísmo de persona cuando el referente es masculino singular; si el referente no es una persona o es masculino plural se considera incorrecto. Es decir, si eres un leísta empedernido, despreocúpate cuando hables de una persona en masculino y singular. Y como el libro del primer ejemplo no es humano, lo correcto es «Ese libro ya me lo he comprado».

¿De dónde viene el leísmo?

Un reciente estudio del Grupo de Investigación de Textos para la Historia del Español (GITHE) de la Universidad de Alcalá de Henares explica que esta mala práctica del castellano proviene del siglo XVI, de los miembros de la Corte de Felipe II y sus escritos, donde también aparecieron las formas actuales de algunas palabras del castellano antiguo, como la evolución de ‘agora’ a ‘ahora’.

Además de muchos escritores, estos miembros de la corte se trasladaron desde Madrid a Toledo, contribuyendo a la propagación del leísmo por el centro y el norte de la península. Sin embargo, no llegaron a Andalucía ni Canarias, por eso esta forma de hablar no llegó a Hispanoamérica.

Otro culpable de que muchos españoles se consideren leístas es la propia RAE, que hasta 1854 defendió el uso del pronombre ‘le’ cuando se hacía referencia a un complemento directo masculino y prohibía el uso de ‘lo’. Después cambió de idea y estableció la preferencia por ‘lo’, dejando claro que el castellano es una lengua cambiante y que la RAE puede dar sorpresas en cualquier momento. Algunas personas aún no se han recuperado al ver que toballa, asín y muslamen están admitidas en su diccionario.